Gracias por tanto

Me encuentro con estas palabras, en en el diario La Nación, que se renueva por fuera pero no por dentro.

Los dirigentes en este caso, son políticos elegidos por la mayoría del pueblo en democracia. Son gobernantes. 

de nuestro querido país
¿Cuando dice "nuestro" se refiere a quiénes? A muchos, supongo, no les gustaría formar un "nuestros" con esta gente. Y querido país denota una idea (lejana) de nación y solidaridad y organización común que no se condice con la historia de la derecha, más interesada en su beneficio rentístico que en un país común... (¿"Cultivar el suelo es servir a la patria"? Si no se industrializa la ruralidad, no se entiende bien)

no quieren tomar medidas impopulares
Por eso lo votan al gobierno. Porque las medidas populares para este gobierno pueden ser entendidas como un fin en sí mismo. Entonces con qué criterio dejar de tomar medidas populares, si para eso están, para eso los votan. Para que personas que antes no consumían ahora lo hagan, con mayor acceso al bienestar. Bajando así, lentamente (es cierto) la pobreza, la indigencia y la concepción cultural de que si alguien nació pobre debe quedarse ahí para siempre y no puede soñar con otra calidad de vida. No hay en la historia un caso donde quitar ahora sea funcional a dar mañana. 

aunque la situación lo exija
La situación exige que se profundice la distribución del ingreso, la equidad en la estructura tributaria. Para que  el defícit fiscal sea cubierto por los sectores pudientes y no por los populares como siempre ocurre. Claro que es fácil criticar alguna emisión monetaria, que no está en absoluto claro cómo genera (o no) inflación ¿por qué mejor no proponen, ya que la emisión no tiene buena prensa, que la necesidad fiscal sea cubierta por nuevos impuestos a las ganancias y bienes personales? Digo, así se sinceran plenamente los puentes que debe generar el Estado entre sectores pudientes y populares.  

y prefieren correr el riesgo de tropezar varias veces con la misma piedra
antes que adoptar medidas preventivas a tiempo. 
No es una piedra, es un objetivo en sí mismo, no hay tropezón en cuidar que el Estado se mantenga firme en devolverle servicios a la sociedad (distribución secundaria del ingreso). ¿Cuál es la misma piedra? ¿Que los sectores concentrados aprovechen la frazada corta histórica -ahora vigente- de la Argentina para presionar (por caminos de dudosa democracia) por un cambio de gobierno y consecuente modificación del rol del Estado, en contra de los trabajadores?  

El principio básico de buena administración
Ah, claro, cierto. Si lo dice "el principio básico de la buena administración"... ¿Dónde está escrito eso? ¿Por qué lo escribieron? ¿A favor de quién? El principio básico de buena administración (¡política!) que cabe defender es el que señala que se debe afectar intereses poderosos para favoreces a los sectores vulnerables. Como hace mayormente el Estado nacional, y como no hace actualmente el Estado municipal de la Ciudad de Buenos Aires (por nombrar un centro de debate y cacerola). 

señala que el gasto público debe ser moderado
Volvemos a la mirada normativa, "debe ser", debe ser moderado porque en el marco de la puja distributiva, el gasto público alto favorece el poder del Estado, y del gobierno. Casi no habría otra razón fundamental para que los sectores bien posicionados critiquen el gasto alto, porque estos sectores no son perjudicados por la inflación, sino favorecidos (paradójicamente), en la medida que no haya medidas para evitarlo. 
El gasto público -que ahora a partir de un nuevo principio básico (!) se va a empezar a llamar inversión pública- suele generar inclusión, porque el privado, en el capitalismo, que está cambiando, tiene los recursos para acceder a su propia inclusión, no precisa del Estado. El rol del Estado, la intervención en la economía, la inversión pública en general, la obra pública en particular, son todos elementos de generación de consumo, de consolidación de la demanda agregada. Claro que esto genera organización sucesiva de distintos intereses, vinculados con el mayor trabajo, y conflicto. El conflicto es inevitable en la distribución del ingreso y la riqueza. Lo importante es un Estado fuerte que pueda canalizar ese conflicto, no eliminarlo. 

y no se debe seguir pagando gastos que corresponden al Tesoro colocando deuda para retirar fondos ahorrados por otros organismos, pues éstos los van a requerir para sus propios fines en el futuro y no van a disponer de los mismos.
El Estado deja de ser una isla. La critica que se le puede hacer al Estado neoliberal, que todavía convive en esta Argentina, es que cada cosa, la gestión de cada tema, tiene su manualcito independiente, sus estándares, su norma de procedimientos. Eso forma parte de la agenda pendiente del Estado. Pero justamente, lo que aquí se critica es lo contrario, lo que cabe defender: un Estado integral, pensado como un todo, con sus instituciones trabajando en un solo sentido, para el desarrollo con equidad. No se debe caer en la trampa de que alguna vez el Estado vuelva a perder los fondos de la seguridad social y el control del BCRA. Porque es el mismo crecimiento generado, conducido y controlado por el Estado lo que hace que haya ahorro por parte de estos organismos. Entregarlos es perder los beneficios del crecimiento. 
Las agencias del Estado no deben apuntar a tener propios fines, en el sentido de lo ya mencionado, sino a integrarse en un solo objetivo macro vinculado con el bienestar y la igualdad social. Sí, es igualmente normativo, pero con una pretensión de solidaridad real. El crecimiento genera un círculo virtuoso que integra las cuentas fiscales y nacionales. El crecimiento, con política, a favor de la distribución del ingreso, aumenta las pujas, está claro. Pero es un camino elegido, y que es válido. Si hubiera alternativas que apunten al mismo objetivo de inclusión, y que no perjudiquen en corto y largo plazo a los sectores relegados, las podríamos discutir. Hoy no las hay. 

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