Inflación y salarios, en los primeros #100días de Macri

La inflación en sí misma es un fenómeno nominal. ¿Qué quiere decir esto? Que si no se entiende en función de agentes y sectores vinculados a cada precio, puede no cambiar nada. Es decir, si todos los precios y todas las nominaciones en moneda local, tanto salarios, impuestos, valor del dólar, gasto público y todo lo que está nominado en pesos subiera a la vez en la misma proporción no habría cambios en la distribución del ingreso.

Pero justamente, como la inflación se vincula al poder político, económico y social de los actores en pugna, que disputan dentro del ambiente de reglas e instituciones formales e informales del Estado, y como tiene que ver con variaciones que siempre son en distinta proporción entre sectores y empresas, pasa a ser determinante en la distribución del ingreso.

Es decir, los precios también definen distribución de cantidades y nivel de rentabilidad y por tanto ganancias absolutas y relativas. O sea, con un ejemplo, no puede haber mejora real en los salarios de los empleados de la industria textil, en la medida que los precios de sus productos no aumenten más que el resto (o bajen las ganancias empresarias, más que el resto), en un ambiente donde esos precios sean validados por el mercado.

El ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, dijo que hay un cambio de precios relativos, antes que fuerte inflación, y el presidente del BCRA sostuvo que hay una correcta política monetaria que redujo el passthrough a precios. En un contexto donde baja el consumo, baja la construcción, baja la inversión pública, y baja en general la demanda agregada, la correcta política monetaria no es otra cosa que ajuste, un shock sobre los sectores populares.

Nuestro punto, como siempre sostenemos, es que la única forma que conoce la ortodoxia para bajar la inflación es mejorar ganancias, algo así como un shock de precios (de bienes y servicios) que al bajar la demanda, logra un equilibrio que, sin mejoras reales en los sueldos, enfría la puja distributiva en un punto de extrema ventaja para los formadores de precios, o agentes concentrados de la economía.

En este contexto, un estudio que hicimos (recabando datos de precios, y relacionándolos con los salarios), nos arroja los siguientes resultados (publicado originalmente en La Tecla Eñe, acá):

  • En nuestra economía, en la etapa que va desde 2003 a 2015 la evolución positiva del poder adquisitivo del salario tuvo estrecha relación con el bajo desempleo y el valor de la moneda.
  • De toda la serie que mostramos nosotros, septiembre de 2015 es el mejor momento de poder adquisitivo de los salarios de la última década. Esto tiene una explicación: hubo un largo tiempo en que el tipo de cambio no sufrió shocks, y de hecho el último shock previo a ese momento (enero de 2014) fue sólo de 25%, lo cual no tuvo un impacto tan doloroso socialmente, en el marco de un Estado funcionando a pleno. Además, de la promoción del crédito y el consumo por parte del Estado, de las mejoras reales en los derechos monetizados como jubilaciones y AUH, hacia 2015 el empresariado moderó su puja distributiva a la espera de un cambio de gobierno que prometía cambiarle la ecuación.
  • Los salarios en dólares subieron un 25% desde 2011 y hasta antes de la devaluacíon. Lo cual generó un claro conflicto entre trabajadores y empresarios. Y que mostró un cuello de botella en el sector externo porque se precisaban más dólares de los que entraban al país (cosa que se cubrió con reservas). Y subió un 42% desde 2007. A su vez, bajaron un 17% desde noviembre de 2015 a marzo de 2016 (contemplando la reciente reapreciación del peso, cabe destacar que llegó a un punto de 33% abajo).
  • El poder adquisitivo del salario creció un 15% desde 2011 y un 29% desde 2007. En la comparación con el párrafo anterior, esto se explica porque los precios aumentaron mucho más que el dólar entre las puntas comparadas. Por otro lado, ahora los precios son más lentos que el dólar frente a una devaluación, pero eso no quita que una devaluación siempre genere un shock de precios, más allá de que en el mediano plazo pueden tomar una gran parte de la modificación en el tipo de cambio (cosa que depende de otras variables, como la actividad en el mercado interno –nivel de demanda y gasto público, que ahora están en baja, etc.–).
  • Puede observarse que entre noviembre y marzo la reducción del poder adquisitivo fue de 10%, pero eso en la medida que el salario haya tenido una mejora en marzo (cosa posible producto del cambio en ganancias, además de los aumentos por paritarias o ajustes de grandes empresas por inflación). En el peor momento, dado en febrero de 2016, la reducción del poder adquisitivo del salario llegó a un 21,5% abajo.

Gráfico, click para agrandar.




Lo señalado anteriormente coincide con los problemas que detecta la sociedad, como puede verse en varias encuestas, como por ejemplo la que sigue a continuación: 

En 100 días de gobierno la inflación no sólo no bajó, además sufrió un fuerte shock producto del cambio abrupto en la matriz distributiva que favoreció exportadores, bancos, grandes empresas, servicios públicos, y contraria al consumo de los trabajadores y PyMEs.





El salario era el menor de los problemas en junio de 2015, coincidiendo con nuestro estudio de arriba donde mostramos que en ese punto se encontraba en pleno avance hacia el mejor momento. Desde que asumió el nuevo gobierno hace 100 días, la inflación, el salario y el trabajo pasaron a ser problemas más urgentes. Lo cual viene a verificar la clase de alianza de poder que mueve al macrismo.

Entonces la inflación y los salarios en los primeros #100días, mal, desaprobado. Y eso que aquí sólo hablamos de salarios registrados privados, cada quien puede pensar cómo se dio el derrame en el resto de la sociedad (sí, de abajo para arriba). Si fuera verdad que tan mal estábammos antes (mentira electoral), es una pena que ahora estemos peor. 

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